Visita virtual, paseo, recorrido, tour… pero siempre virtual. Seguro que estos términos están presentes en el imaginario de casi cualquier persona desde hace ya unos cuantos años. Una visita virtual es una forma de conocer un proyecto a través de la interacción con nuestros dispositivos electrónicos (ordenador, teléfono móvil…), recorriendo diferentes espacios del mismo y conociendo de una manera inmersiva (o no) el entorno en el que se encuentra.

De un tiempo a esta parte el modo de realizar visitas virtuales ha evolucionado considerablemente; desde las primeras imágenes esféricas en las que la perspectiva y la geometría del espacio se tomaban sus licencias hasta los métodos actuales de interconexión y superposición de diferentes imágenes y proyecciones con los que se consigue una física de movimientos y perspectivas realmente precisas y fieles a la realidad. Asimismo, podemos llegar a interactuar y alterar los elementos creados con el fin de conseguir una interacción plena con el proyecto, sirviéndonos de elementos como gafas y demás visores de realidad virtual. Personalmente, tras haber podido testar uno de estos dispositivos, creo que el horizonte de posibilidades que se nos presenta es verdaderamente optimista. Sin embargo, no es mi intención extenderme en términos técnicos y hacer un alarde de destrezas; básicamente porque no soy quién para realizarlo.



Tal y como iniciaba este texto, el abanico de visitas virtuales está presente cada vez más en el sector inmobiliario y de la arquitectura, nadie quiere parecer un ignorante y no tener la suya. Desde empresas como Idealista, confinamientos mediante, que ofrecen cada vez más visitas a inmuebles sin levantarte del sofá; hasta estudios y promotoras diversas que han dejado de lado el ya casi prehistórico piso piloto y te ofrecen visitar y configurar, como si de un videojuego se tratara, la vivienda de tus sueños.

Sin embargo, ¿es siempre “más” sinónimo de “mejor”? Bajo mi punto de vista no. Una visita virtual puede ser muy útil en determinados casos; por ejemplo, en visitas a inmuebles en venta, donde puede servirnos en un primer cribado de visitas a realizar, ahorrando tiempo tanto a vendedor como a comprador. De igual manera, puede ser una herramienta muy útil en determinados proyectos en los cuáles la concepción de las dimensiones, así como la influencia del entorno sean puntos singulares de gran importancia en el mismo.



Por el contrario, en otros proyectos, la inclusión de un recorrido virtual; acompañado del tiempo y consiguiente montante que implica, no es para nada atractivo. Por mucho que el promotor vea con ojos de deseo su proyecto, a pocas personas les va a parecer seductor el hecho de recorrer estancias minúsculas o divisar vistas a ninguna parte. Es por ello que hay que saber realizar un trabajo previo de análisis en cada proyecto, centrando el trabajo de visualización en los puntos fuertes de cada uno y sabiendo guiar y orientar el mismo hacia el espectador.

Una visita virtual es una herramienta excelente, pero en otras ocasiones es mucho más interesante una realización de imágenes estáticas con encuadres y composiciones cuidadas. Por supuesto, en otras situaciones, la utilización de ambos recursos de una manera combinada nos permitirá llevar a cabo un proyecto de visualización altamente satisfactorio.

Guillermo Agramonte Araiz

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