Con esta se da comienzo a una serie de entradas en las que se va a profundizar en la importancia de la redacción de un plan estratégico que rija las acciones a desarrollar en cuanto a I+D+i.

¿Quién no se ha preocupado en alguna ocasión sobre su evolución personal en el mundo profesional? Aspectos como el conocimiento técnico, o el desarrollo de las cada vez más demandadas habilidades interpersonales para puestos claves en Dirección y Gestión de proyectos son algunas de las preocupaciones que surgen en el desempeño laboral de cualquier profesión, y a las que damos respuesta de diversa forma: realización de cursos formativos, desde jornadas técnicas, congresos, cursos especializados o másteres; o mediante el estudio personal aprovechando que hoy en día la tecnología pone al alcance de todos  gran cantidad de recursos formativos de acceso abierto y muy buena calidad.

Esta misma preocupación surge, o debiera surgir, en las empresas, sea cual sea su tamaño, con la finalidad de mantener una línea de crecimiento sostenido que refuerce la posición estratégica de la misma. En muchas ocasiones se le da respuesta en el día a día, de manera inconsciente, buscando cómo potenciar algún proceso de fabricación, cómo mejorar la formación de los empleados, desarrollando una marca propia o mejorando los servicios ofrecidos al cliente. Sin embargo, también es cierto que en muchos casos estas situaciones se dan de manera desordenada, poco coherente y ello penaliza el desarrollo y producto, sin ser esa nuestra intención. Y es que, como remarcaba Clemente Lobato, profesor de empresa, lo más importante en el desarrollo de la estrategia empresarial es la coherencia.

Esta situación tampoco ha sido ajena a nosotros, a Innyco. Hace dos años, nos dimos cuenta que en el corto recorrido que llevábamos desde 2016, era cierto que habíamos potenciado y mejorado muchos de los procesos. Directamente habíamos creado y procedimentado, labores que nos habían ayudado a crecer. Sin embargo, este desarrollo daba muchos bandazos, íbamos picando de flor en flor, sin un recorrido claro y definido, llegando a dar en un momento dado una falsa sensación de estancamiento. Es una sensación que no recomiendo a nadie.

Para dar respuesta a esta necesidad de mejora que detectamos, se decidió apostar por el desarrollo de un Plan Estratégico, con un periodo de vigencia de 5 años, donde, tras un estudio de la situación, afrontamos los retos de avance y posicionamiento estratégico de manera coherente y ordenada. Fruto de ello, entre otras, es el desarrollo del presente blog. Y ha sido una decisión de la que no nos arrepentimos y estamos plenamente orgullosos.

En las próximas entradas de la serie profundizaremos en aquellos aspectos en los que hemos tropezado y caído, con la simple finalidad de poner en común y compartir nuestra experiencia, buscando ayudar de manera indirecta a alguien que se encuentre en la misma situación en la que estuvimos hace 2 años nosotros, y pueda potenciar sus resultados.

Para acabar, una breve reflexión, con la posibilidad de abrir un pequeño debate, ¿consideráis clave el desarrollo de un Plan Estratégico? ¿Lo veis más orientado según sea el tamaño de la empresa? En mi opinión personal, lo considero algo necesario, pero siempre adaptado a las necesidades de la empresa y sus características intrínsecas.

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