La presente entrada se escribe como continuación de la anterior: Plan estratégico (III) – Seguimiento y Control.

“Los grandes cambios siempre vienen acompañados de una fuerte sacudida. No es el fin del mundo, es el inicio de uno nuevo”. Conforme avanzan las diferentes etapas de aplicación del Plan Estratégico, se acerca también a su finalización del periodo de vigencia previsto. En las anteriores entradas de esta serie, se han ido viendo y valorando diferentes hitos y claves a considerar a la hora de afrontar un Plan: su importancia y la clave de la coherencia, definición de objetivos, y la trascendencia en el establecimiento de herramientas de seguimiento al mismo. Gracias a estos pasos previos, cuanto más se hayan definido, más sencillo será el poder cerrar el Plan.

Recordando brevemente la última entrada, se establecían diferentes herramientas para medir el seguimiento y cumplimiento de los objetivos:

  • Grado de Avance
  • Grado de Ejecución
  • Grado de Impacto
  • Grado de Eficacia

El propio Plan, en el momento que define y concibe los propósitos y objetivos, debe establecer cuáles van a ser los baremos para aprobar o no los resultados obtenidos. Principalmente, centrándose en:

  • Grado de Ejecución: Deberá ser superior al 95% cuando finalice el periodo de vigencia del Plan, no pudiendo quedar sin completar ninguna acción de los objetivos que se hayan identificado como claves para el desarrollo estratégico de la empresa
  • Grado de Eficacia: Deberá ser igual o superior a 20 puntos.

Se centra el foco en estos dos indicadores, ya que su resultado depende del resto de herramientas de medición. Por ejemplo, el Grado de Eficacia resulta de multiplicar el Grado de Impacto por el Grado de Avance. Condicionando a que el Grado de Eficacia sea superior a 20 puntos, se logra que todos los objetivos definidos estén finalizados y con algún resultado positivo (a modo de manual, nuevo procedimiento, mejora en los resultados que se obtienen de los procesos de la empresa…)

Por tanto, cuando se llega al fin de ciclo del Plan Estratégico, debe realizarse una labor de introspección y valoración de los resultados obtenidos. Por ello se indicaba al comienzo de esta entrada de la importancia de llevar un correcto seguimiento del Plan: cuanto más detallado sea, más información se poseerá para realizar valoraciones más precisas. Debe valorarse si los resultados obtenidos han sido los esperados, y más importante aún, si éstos han ayudado a posicionarse a la empresa tal y como se esperaba. Resulta clave analizar si las acciones que se identificaron como estratégicas han supuesto un refuerzo de las fortalezas de la empresa, y han mitigado las debilidades identificadas. Este análisis es significativo de cara a valorar si los propósitos y objetivos establecidos han ido realmente alineados a los resultados que se pretendían obtener, y sacar conclusiones útiles de cara al futuro.

Con todo ello, el fin de ciclo del Plan vigente supone el comienzo de un nuevo desarrollo, del planteamiento del siguiente Plan Estratégico. Fruto del desarrollo de las acciones orientadas a satisfacer los propósitos identificados, habrán surgido nuevas líneas de desarrollo, y la propia evolución tecnológica del entorno habrá abierto nuevas posibilidades y riesgos a tener en cuenta. Esto, unido a la experiencia previa del Plan que termina, deben sentar las bases del nuevo desarrollo del Plan Estratégico a desarrollar para el siguiente ciclo, y afrontar los nuevos retos que surgen para la empresa.

 Asier Latorre Úriz

Asier Latorre Úriz

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